Reconocer el contexto y dejarnos la palabra

Como muchos residentes en la zona francófona de Suiza, he estado delante de mi televisión el último fin de semana esperando el resultado de la elección presidencial francesa. Una imagen me ha llamado la atención: la de las colas que se formaron delante de los locales de votación en distintos lugares del mundo. Son francesas y franceses que viven en el extranjero, que han entendido la importancia de su voto y que por supuesto defienden que su voz también cuente, ejerciendo su derecho. En algunos sitios la participación ha sido más baja: en Libia, por ejemplo.

El que lea la frase anterior y razone como el actual ministro español del Interior, pensará que esa baja participación demuestra, sin más, el poco interés de la diáspora en seguir participando en la política de su propio país. Pero aceptando reflexionar sobre el contexto, como es debido, empezaremos por reconocer la situación que vive esa colonia: en julio de 2014, Francia ha pedido a sus residentes en Libia la evacuación de ese país con motivo de la difícil situación política local. A pesar de todo, los que quedaron pudieron votar. La baja cifra de participación en esa zona demuestra el interés que han tenido los franceses allí residentes en participar en una elección tan importante, a pesar del contexto plagado por dificultades de las que no eran responsables.

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Obviamente no se trata aquí de hablar de política internacional, sino de demostrar la importancia de darle a cada persona la oportunidad de contribuir al avance de su país de origen, participando en la decisión de las opciones que toma. Es su derecho político más fundamental, además de totalmente natural, ya que en la mayoría de los casos esos expatriados mantienen un vínculo estrecho con Francia.

Si esas imágenes se me han quedado grabadas en la retina, atragantada me he quedado con las palabras del ministro Zoido cuando comenta la reducida participación de los españoles en el exterior alegando que en realidad ya no deseamos votar. Puede que el señor ministro esté convencido de su versión. ¿Pero cómo podrá conocer nuestra opinión un gobierno que complica la expresión de parte de sus ciudadanos al imponernos seguir sufriendo el voto rogado? ¿De qué modo le habrá llegado al ministro nuestra voz indicándole esa hipótesis?

En vez de hablar en el nombre de los que estamos fuera, sería mejor quitar trabas a la expresión de nuestra palabra, suprimiendo el voto rogado que complica el contexto de nuestra participación y del que no somos responsables.

Los varios Consejos de Residentes Españoles constituidos en todo el mundo a pesar de unas escasas competencias y escasos medios, somos la viva prueba que a los residentes en el exterior nos interesa nuestro país, y mucho. Señor ministro: si Ud. lo desea, estamos dispuestos a hablar y compartir nuestros argumentos, para que pueda comprobar personalmente si los ciudadanos carecemos de interés por España o si, en realidad, es el contexto que debe ser restablecido.

Lidia López, de Soral (GE), es presidenta del CRE Ginebra

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