«In Memoriam» de Laura Luelmo
El problema es que siempre sentimos dolor cuando éste ya ha llegado. En algún lugar del alma de nuestra sociedad se extienden los desiertos del sufrimiento fermentado por la pérdida de Laura Luelmo. De la pena y desconsuelo que muchos sentimos tras aparecer su cuerpo vulnerado entre oscuros páramos, agazapados tras los parajes de la cruel fuerza de un cobarde.
En estos días, Bernardo Montoya, su asesino confeso, está mostrando una insólita tranquilidad relatando a los agentes de la Guardia Civil todo tipo de mentiras sobre los acontecimientos ocurridos. Unos hechos que no coinciden con lo evidenciado hasta el momento. Es asombrosa y extraña la calma que el acusado mantiene en los interrogatorios, a pesar de la tensión existente en Campillo y en el cuartel de la Guardia Civil de Valverde del Camino. Debe ser que, como todos los perversos criminales, cree que todo le saldrá bien.
Nacimos como especie en la barbarie. En una época en la que matar a un semejante era frecuentemente una condición normal de la existencia. Más tarde, adquirimos una determinada conciencia. Y ahora ha llegado el día en que la violencia hacia otro ser humano es un acto aborrecible. No obstante, sigue ocurriendo. Debe ser que en nuestro interior perduran y vivos mantenemos, todos los demonios de nuestros ancestros.
Juan Antonio Valero ha sido director de la Agrupación de Lengua y Cultura de Lausanne (VD)