Léxico, extranjerismos y algunos palabros

Se define léxico como el conjunto total de palabras que hay en un idioma. Actualmente, el diccionario de la Real Academia Española de la lengua contiene unas 80.000 palabras, a las que hay que añadir unos 70.000 términos presentes en el de americanismos. Es decir, en total, el inventario de las unidades que conforman nuestra lengua española vendría a ser de unas 150.000 palabras. No obstante, es bien sabido que ningún idioma es totalmente puro. Todas las lenguas han tomado prestado algo de otras lenguas. Estos préstamos, son los denominados extranjerismos, es decir, palabras o expresiones de origen extranjero que usamos habitualmente en nuestra lengua. Son los llamados extranjerismos adaptados. Otros, por el contrario, son palabras más recientes, que no han sido adaptadas, y que se conocen como extranjerismos crudos. Algunos son necesarios porque no existe un término apropiado en español que sirva para traducirlos. Y, en consecuencia, conservan su pronunciación y escritura original, y deben ir destacados en cursiva para dejar claro que no son términos de la lengua española. Sin embargo, hay otros que son totalmente innecesarios, ya que tenemos un término específico en español para referirnos a ellos. 

En este contexto, últimamente, parece haberse puesto de moda en nuestro idioma la utilización de muchas palabras «exóticas», antiguas y modernas de muy escaso uso. Así como el empleo de los aludidos extranjerismos que provienen, fundamentalmente, del inglés. Respecto a estos últimos, la cantidad de palabras prestadas del citado idioma que invaden el español no deja de crecer. Y, en esta especie de cajetín de la lengua, las usamos, quizás porque nos parece que suenan mejor. O porque no conocemos su equivalente en español. O simplemente porque, como digo, se han puesto de moda. Creo que, ante el uso de tanta proliferación de términos, inusuales unos y ajenos otros, lo único que se consigue es hacer el ridículo al despreciar el riquísimo léxico del español. Y, como para muestra bien vale un botón, lean, si les parece bien, el siguiente inventado relato:

«Empecé a escribir en el instituto, siendo, gustosamente, ancilar de un profesor de filosofía clásica que ejercía su función como si fuera un dicasterio. En esta actividad escrita, tan querida para mí, a veces, me imagino contar lo que cuento con determinados exordios personales. Son, al fin y al cabo, castizas expresiones clásicas modernas, como postureo o viejuno. En otras ocasiones, fraguo escribir lo que escribo usando tecnicismos recién fabricados como desambiguar, reconfigurarse o con algún novísimo neologismo como sensaciones propioceptivas. En este sentido, confieso que no me agrada abusar de semejantes chirinolas; pero…, esporádicamente, me too, participo de ese movimiento iniciado de forma viral como hashtags en las redes sociales.

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De igual forma, considero que deberíamos estar muy atentos a la hora de leer la prensa escrita, escuchar determinadas noticias en la radio, ver los informativos de la televisión o los mensajes de la redes sociales. Pues, de vez en cuando, algún spoiler intenta evitar que uno pueda llegar a sorprenderse ante categóricos y específicos fake news informativos. Y un hecho semejante ocurre con los memes que están invadiendo internet durante los últimos años o con los streamings, que gracias al hecho de que aparecen unboxing en Youtube te permiten sacar el producto de su packaging y comprobar lo que contiene sin recibir totalmente la información.

No obstante lo advertido anteriormente, he de confesar que, cuando escribo, procuro utilizar palabras cortas, pues sufro de hipopotomonstrosesquipedaliofobia. Y este hecho me obliga a realizar una narrativa midcult, utilizando para ello la técnica de un hablar hic et nunc, a pesar de que esta circunstancia me plantea un cierto riesgo al tener que valerme del feedback para conseguir que el leitmotivde mi texto atrape al lector.

Siguiendo esta línea de pensamiento, es importante mencionar que Freud estableció los dos principios opuestos que regían nuestro funcionamiento mental: el principio de placer y el principio de realidad. El de placer sólo busca la satisfacción inmediata de nuestros instintos y de nuestras necesidades, mientras que el de realidad actúa como principio regulador y somete la búsqueda de la satisfacción a las condiciones impuestas por el mundo exterior. Pues bien, tal vez debido la agitada vida que llevamos en este siglo XXI, para buscar el equilibrio necesario, últimamente, se han puesto de moda los TEDx. Las imparten verdaderos cracks en su profesión, personas como Bill Gates o Sergey Brin, por citar dos ejemplos que forman parte del establishment intelectual tecnológico de nuestros días. Y las realizan mediante las Ted Talks, con el propósito de conseguir ser más adaptativos por medio del mindfullness myself y así poder ver las cosas de este ajetreado mundo desde otra perspectiva.

Y, de acuerdo con esto, es lo que procuro hacer cuando escribo. Pues escribir, básicamente, consiste en exponer ideas corriendo riesgos. Y generalmente, intento plasmar mis pensamientos sin cometerlos. Sin embargo, no siempre lo consigo y, entonces, como si fuera un prestigioso topoi, me refugio, sin causa definida, en un profundo spleeny me dedico a frecuentar determinados lugares de moda, viviendo en esa distopía que recrean las revistas del corazón, como si fuera un outsider.

En fin, espero que les haya quedado bien claro los spins de todo cuanto digo. Pues mi intención ha sido, a través del catch-all, conseguir un show de stand up. Eso sí, evitando el peligro de caer en un self-deprecating humour

Y ya no digo, ni escribo más. En todo caso, espero, amigo lector, que la lectura de esta paremia, le incite a efectuar alguna reflexión. Gracias por su atención.

Juan Antonio Valero ha sido director de la Agrupación de Lengua y Cultura de Lausanne (VD)

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