Un diputado suizo: «El desafío independentista ha desviado la atención»

«Convocar un referéndum de independencia es una cosa seria. Son necesarias mesas electorales, un censo oficial y un recuento trasparente: es decir lo opuesto a lo organizado el 1 de octubre [en Cataluña]», recuerda el diputado cantonal Nicolas Rochat, que ha sido observador electoral internacional en varios lugares del mundo.

En un artículo que firma hoy en el diario suizo 24 heures, este parlamentario experto en procesos democráticos considera que la ilegalidad y prohibición del referéndum «no ha sido sin razón», indicando que violaba la Constitución, texto del que recuerda que «ha sido aprobado por 17 millones de ciudadanos y es fruto de un valioso consenso al salir de 40 años de franquismo». Los organizadores del 1 de octubre pensaron que tenían «el monopolio de la democracia» y «han intentado imponer una realidad paralela. Ahora la primera etapa corresponde regresar a la legalidad. Sin ella, no hay democracia», subraya.

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También reparte responsabilidades en el gobierno de Rajoy: «determinadas respuestas brutales de Madrid han radicalizado posiciones y propiciado un romanticismo rebelde», escribe Rochat.

Desde su punto de vita, el exilio belga del Carles Puigdemont es el «último episodio de de una telenovela patética y absurda cuyas causas son más profundas que una cuestión de independencia». Apunta al rechazo que provocan partidos agobiados por casos de corrupción, «principalmente el de Mariano Rajoy», del que recuerda que ha necesitado dos elecciones generales en 2015 y 2016 para formar gobierno.

La vía secesionista catalana «ha tapado una realidad social difícil, que sus dirigentes han preferido ignorar», destaca Rochat, que es miembro del grupo socialista en el Parlamento del Cantón de Vaud. Nota que desde la llegada de los partidos independentistas al gobierno catalán, la Generalitat ha adoptado «medidas de austeridad draconianas». Y que en Barcelona la tasa de pobreza supera el 29%.

«El desafío catalán está siendo práctico para desviar la atención, relegando a segundo plano las preocupaciones de la ciudadanía en relación con la situación económica y social», explica.

«Esta crisis tiene el mérito de provocar interrogantes pertinentes sobre el funcionamiento político e institucional, pero el proyecto independentista es una mala respuesta propagando el nacionalismo en una autonomía que siempre ha estado abierta al mundo», entiende Nicolas Rochat, que se hace eco de la propuesta de reforma constitucional hacia más federalismo como forma de «tratar el mal a su raíz».

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